Todo parecía un juego cuando empezaron,
solo eran unos críos que dejaron de serlo, cuando de sus camas bajaron y fueron al mueble bar y cogieron unas botellas, ella se encontraba receptiva a cualquiera cada vez que bebía. Eso a el le gustaba, por eso la seguía y se reía mientras las abrían. Lloraban cuando descubrían que su fuente de felicidad estaba vacía, al principio sus costumbres no les parecieron nocivas. Solo pedían un poco de escapismo, solo querían huir de sus vidas. Ya que su felicidad en las botellas era bien merecida, el licor en sus botellas era, una salida fácil entre tantas salidas. Sus almas no estaban perdidas por que habían aprendido, de los borrachos senior. Que el alcohol sabe mejor, si se disfruta a escondidas, habían crecido como balas Perdidas, eran presas de su técnica y bueno técnicamente. Se hallaban ya lejos, por que bueno, habían alcanzado niveles de felicidad totalmente diferentes... PD: esto se leyó el día de sus muertes. Carta N° 9 Alfredo Junior Rieba Abe
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Cristian Eteo B."¡Vuestra pluma nos hará libres!" Archivos
Mayo 2020
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