Antes un perverso ángel era yo,
En las bellezas humanas, Mis celestes ojos se deleitaban, Sabía que ellas no eran mis hermanas, Y a la Tierra bajé como un rayo. Como si dominado por Satán, Mi corazón en la peor ambición cayó, Tu cuerpo de barro deseó, Y por más que lo quisiera Cristo, Mi deseo al gehena no lanzó. Ya sobre el polvo me hice polvo, San Pedro me cerró las puertas del cielo, Mas yo por ahí volver no quería, Por mí que Dios sea inmundo, Por ti, para mí el cielo sería un infierno. No deseaba más que tu carne, De ángel celestial no me quedaba nada, Mi corazón latía solo por tocarte, Pero al Señor de arriba Le resultaba exageradamente repugnante, Que su ángel quisiera besarte. Cómo no iba a desearte, Si en lo más alto, Te alababan como la mejor obra de arte, Pero poderes ya no tenía para enamorarte, Y ante cupido mis lágrimad derramé. Cupido, buen amigo, siervo fiel, Una de sus flechas me ofreció, Para los dos una sola lanzó, Pero el pulso le falló, Quizás por castigo divino, Nuestros corazones no atravesó. Tus brazos cual si esculturas frágiles, La dichoza flecha destrozó, Y en mi espiritual talle frenó, Y tuve que nacer sobre una silla de ruedas, Y para mi desgracia incompleta eres tú. Cupido perdió la destreza, Y todo el amor en veneno convirtió, Yo sobre esta silla, Y tú ahí parada sin brazos, Creo que nos complementamos. Mal ángel fui y seré, no me arrepiento, Diosa de la belleza ahora serías tú, Bendito fallo espiritual el de Cupido, Hacernos nacer incompletos, Para que ahora nos complementemos. Ahora mujer, repite tu pregunta, ¿Por qué a nosotros nos tocó sufrir? Porque podemos ser felices vviendo así, Porque la historia se queda aquí. JMEA
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Cristian Eteo B."¡Vuestra pluma nos hará libres!" Archivos
Mayo 2020
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